El legado pictórico de Antonio Zarco es de sobra conocido y aplaudido
tanto por crítica como por público. Sin embargo, nadie esperaba que iba a
dejarnos, también, un legado literario tan destacable como su pintura.
Pocos sabían que durante toda su vida cultivó la poesía en silencio,
convirtiéndola en un ámbito de intimidad, de encuentro y confesión
consigo mismo, donde sublimaba en forma de versos sus sentimientos más
tormentosos. La poesía como medio de desahogo, de autodescubrimiento o
de liberación ha sido una cualidad de largo valorada y patente en lo que
algunas corrientes contemporáneas han calificado como “poesía
terapéutica”. Así, por ejemplo, Lacan en el ámbito del Psicoanálisis, o
el propio Jung en el marco de su "Tiefenpsychologie" o “Psicología
profunda”, proponían la escritura poética a muchos de sus pacientes para
que, a través de sus procesos de simbolización, encontraran las claves
sentimentales y cognitivas capaces de proporcionarles serenidad y
bienestar.Es en este vector de la poesía donde encontramos el fundamento
y la explicación de la interesante obra de Antonio Zarco, y sobre todo
de su discreta existencia. Una poesía, por otra parte, asombrosamente
precisa y cuidada en la forma: la versificación, el ritmo, la
musicalidad y las imágenes se traban de una forma bellísima,
equilibrada, exacta y líricamente poderosa en cada uno de sus poemas.
Podemos decir que Zarco es un poeta virtuoso y ágil con el oficio,
sensible y hondo con el sentido.Es emocionante ver –a lo largo de toda
la obra literaria de Antonio Zarco– cómo se protege en el consuelo que
dan los versos de un desgarro vital que le atormenta desde la juventud
hasta su vejez en lo que viene a ser su angustia amorosa, eje vertebral
de su poesía, que no obstante deriva en otros temas como la soledad, la
amistad, el paso del tiempo o la “muerte en vida”.Sin embargo, Zarco
amaba estos poemas. Los escribió y reescribió dejando varias versiones
de muchos de ellos. Los trabajó con esmero, con dedicación de artista
meticuloso que se sabe legítimo creador, y en los últimos años se dedicó
a revisarlos con pequeñas anotaciones, tachaduras y correcciones en lo
que parecía claramente una voluntad de verlos publicados.Por desgracia,
no fue así. Zarco no vio su poesía reunida en un volumen como este, pero
sus amigos y familiares han hecho la justicia necesaria a aquel deseo y
también a lo que merece estar presente en el panorama de la poesía
contemporánea española como un tesoro literario digno de reconocimiento y
profusión. A la hora de ordenar los textos, nos hemos decantado por un
planteamiento cronológico, agrupando los poemas según el año en que
fueron escritos, lo que nos ayuda a comprender el sentido biográfico y
personal que tuvo la poesía en la vida del maestro, como un “pequeño
rumor universal” –tomando uno de sus versos– que a todos nos arrastra.
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