La poesía de Daisy Zamora estremece al lector por la empatía con que
muestra la verdad desnuda desde lo hondo del ser, y por su compasión
ante la condición humana. No podría ser ella toda la gente que habla a
través de su poesía, pero en la belleza delicada y a veces efímera de su
imaginería y su música hay también un realismo descarnado y un humor
que marcan su arte de tal manera que convence al lector que eso sólo
pudo emanar de la fuente, sólo puede decirlo el corazón de alguien que
pasó por eso, que estuvo allí, que sobrevivió. Parafraseando a W.B.
Yeats, su voz es tan genuina que no podemos separar al danzante de la
danza, y en toda su obra se difuminan una y otra vez los límites entre
la realidad y la aguda observación, sea en la poesía de guerra o en la
de amor, en los monólogos en primera persona o en las viñetas
impresionistas, en las confesiones o en las revelaciones, en todo el
amplio registro de su apasionada y compasiva obra poética. Daisy Zamora
(Managua, 1950) formó parte de la resistencia clandestina, fue
combatiente, y finalmente se convirtió en la voz de la Radio Sandino
durante el exilio político. Tras el derrocamiento de la dictadura
somocista regresó a disfrutar del triunfo que su generación logró para
Nicaragua. Fue designada viceministra de Cultura del nuevo gobierno,
desde donde impulsó el renacimiento de la vida cultural, que floreció
después de tanta muerte y destrucción.
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