“Aquí está el fósforo más bello del mundo, de una pulgada y media de
suave vástago de pino cubierto por una granulada cabeza púrpura oscuro.
Muy sobrio y furioso, y obstinadamente listo para explotar en fuego
prendiendo, quizás, el cigarrillo de la mujer que amas”.
Ese es el fragmento de uno de los escritos de Paterson: un hombre común
que trata de lidiar con una rutina como conductor de bus en una pequeña
ciudad estadounidense, sacándole tiempo a su profunda afición por la
poesía.
En ese contexto de hermosas frases que se pintan a veces
en la pantalla o salen de la pluma de su protagonista, se configura
Paterson, la cinta con la que el director estadounidense Jim Jarmusch
ofrece una historia tan sencilla que termina llamando la atención de ese
tipo de espectador que quiere descansar de la violencia o la pirotecnia
visual que suelen invadir las carteleras.
De la mano del actor
Adam Driver llega este Paterson, que retoma ese espíritu de artista
independiente en la pantalla de cine en sus inicios como actor al
meterse en la piel de un héroe sencillo y que se fija en los detalles
más pequeños o inusuales para alimentar su sensibilidad.
El
actor, nacido en San Diego en 1983, dio un gran salto al cine de
millones de dólares y fanáticos con su participación en la reciente saga
de Star Wars.
La película es divertida, y más la manera como se pinta el ritmo de vida de un hombre extrañamente entrañable.
Cuando él no va manejando por las calles tranquilas de Paterson Nueva
Jersey, escribe en una libreta algunas de sus sensaciones, mantiene una
tranquila convivencia con su pareja Laura (Golshifteh Farahani) o se
reúne con amigos en noches de cervezas y nostalgias, al son de las
canciones de Iggy Pop o recordando al poeta Allen Ginsberg, mientras
sueña que su poesía salga del anonimato.
Con un ritmo pausado,
pero no lento o aburrido, la película rinde tributo a las batallas del
día a día y maneja una cierta melancolía que no afecta la emoción de ver
a un hombre que disfruta con lo mucho o poco que tiene.
“Es extraña en el mejor sentido, hipnótica, perturbadora, bonita”, escribió Carlos Boyero, uno de los críticos más fuertes del diario El País de España, a quien no es tan fácil de convencer.
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