La poeta abulense ESTER BUENO PALACIOS será una de las firmas que clausurará este próximo domingo, 14 de junio, la Feria del Libro de Madrid, una de las citas más prestigiosas del mercado editorial de España.
NADA ES LO QUE DECÍAS (editorial Cuadernos del Laberinto, Madrid 2014) sirve de vaso comunicante entre la palabra y el hecho narrativo, sirve de puente entre las escenas cotidianas de una madre, amante y mujer que explica cómo ha sido su idea de la vida y lo que la vida le ha dado realmente.
La verdad, hijo mío, es lo que te mantiene
el coraje del soldado en la batalla,
el faro de la noche en la tormenta,
el héroe que te salva en la venganza,
el beso del que ama, no el amante,
el alma … alma.
Hemos tenido ocasión de charlar con la poeta, una ocasión ideal para que sea ella misma quien nos hable del proceso creativo, de lo que ha siginificado su aparición en las librerías:
—NADA ES LO QUE DECÍAS, es su primer poemario en solitario tras el paso por prestigiosas antologías. ¿Qué ha significado su aparición en las librerías, cómo trastoca la vida esa sensación de sentirse “sin tapujos” ante el mundo?
—Lo he afrontado como una inmersión fuera de un lugar cómodo y seguro. Porque mostrar todo lo que sientes te obliga a dejar de lado el pudor y a ser más valiente. En general creo que los seres humanos tenemos poca capacidad de expresar con palabras todo lo que llevamos dentro y la poesía, al menos en mi caso, es ese conducto con el que interactuar con uno mismo y con los demás de una manera certera y directa, cercana y bella.Ver el poemario en los anaqueles de las librerías es emocionante y a la vez te llena de una gran responsabilidad, te hace reconciliarte con muchas cosas y te incentiva a seguir escribiendo y perfeccionándote.
—El libro está
dedicado a su hijo Kev. ¿Es el amor materno la máxima expresión de los
sentimientos? De hecho uno de sus versos nos indica: “Pasa, no tengas miedo,
hay que volver al vientre de la madre”.
—Creo que el amor que sientes por un hijo es algo
muy difícil de explicar, una especie de conexión esotérica y fantástica. Las
madres tenemos la gran responsabilidad de ser ese lugar al que siempre pueden volver
los hijos, hemos de estar vigilantes ante cada golpe que el destino pueda
darles, a cada señal que pueda indicar que nos necesitan, y todo ello, a partir
de cierta edad, sin molestar demasiado su vida. Creo que somos guardianas de
almas en la sombra, vigilantes y fieras ante lo que pueda amenazar a esos que
más amamos. Mi hijo es un referente para
mí, aprendo cada día de él desde su nacimiento, me enriquece y me hace ser
mejor persona. Por eso le he dedicado este poemario.—Siempre dije que no viviría en Ávila porque me parecía una ciudad demasiado reposada, inmutable. Como casi siempre el destino te hacer callar ante las evidencias. He descubierto Ávila poco a poco, como el que va desgranando las hojas de una novela interesante y me he ido adaptando a su ritmo de las estaciones, al frío del invierno, al vuelo de los vencejos alrededor de la muralla cuando comienza marzo, a los tórridos veranos. En todo caso me encanta salir y sobre todo volver a Amsterdam, mi querida ciudad del norte. “Nada es lo que decías” se ha escrito en gran parte allí.
—¿Cómo ve el mundo de
la cultura en la España de hoy en día?
—Hay una explosión de
cultura a pie de calle que me fascina. Los micros abiertos, los actos donde los
poetas, actores, músicos se relacionan con la gente con intimidad tan próxima. En el tema poético soy de la
opinión de que existe la necesidad de educar mejor, acercar la poesía a los
niños, a la gente, como una manifestación artística de primer orden. Ir
quitando las etiquetas de que la poesía está dirigida a algún tipo de élite. En
otro orden de cosas es también
importante seguir reivindicando ante las
instituciones y a los dirigentes el máximo apoyo a cualquier manifestación
cultural y haciendo patente que un país que cuida a sus artistas, a sus
intelectuales, es un país con futuro, el que los denosta o los infravalora está condenado a ser
perpetuamente mediocre e infeliz.
—Próximamente la
podremos encontrar en la Feria del Libro de Madrid. Su carrera parece
meteórica. ¿Cómo asimila el triunfo, qué siente ante sus lectores?
—Estoy emocionada
con mi presencia este domingo en la Feria del Libro. Lo que más me gusta de
haber podido publicar es acercar mi obra
y el sentimiento poético a los lectores y a “los escuchadores”, porque la
poesía es también para leerla “en alto” y en eso estoy, leyendo “en alto” en
pequeños encuentros que quiero ampliar a lo largo de este año a varios pueblos
de la geografía abulense. En cuanto a la
proyección como poeta no es en ningún caso un mérito mío, sino del trabajo
magnífico de mi editora Alicia Arés.—Estoy corrigiendo un nuevo poemario que presentaré a algunos premios literarios (algo que nunca he hecho) y finalizando una novela en la que he puesto mucho mimo y que espero que pueda ser también publicada. También preparo un encuentro en Ávila, relacionado con mujer y poesía, que espero tenga éxito.
Ester Bueno Palacios
(Martínez, Ávila, 1966).
Estudió Historia en la Universidad de Salamanca, aunque su vida laboral se ha desarrollado entre la enseñanza del Español a alumnos de muy diferentes países y la dirección de gabinetes de prensa y relaciones con los medios de comunicación. Coordinó y dirigió el periódico «Ciudades », con presencia en todas las capitales de Castilla y León. Ha vivido en Holanda durante un periodo de su vida, donde escribió el primer poemario, Más que esperas y que también inspiraría el ensayo Los pequeños hitos que nos diferencian. En la actualidad colabora como articulista en diferentes medios de comunicación y está inmersa en la escritura de su novela Triple Chocolate.
Ha publicado el poemario NADA ES LO QUE DECÍAS y ha participado en las antologías ENÉSIMA HOJA, ATLAS POÉTICO. Viajeras del siglo XXI y en AMOR. Poesía amorosa contemporánea
El vivir ha de ser indefectiblemente loco y apasionado, difícil y sereno, ambiguo y relativo. Andamos cuajados de verdades a medias, de soles alumbrados por detrás, con la mano de otros guiando los caminos de lo que anoche fuimos, con la certera esencia de un mañana redondo en la retina y con la confianza de los niños, que abandonan a tientas los lugares más cálidos.
Nuestra biografía no es más que lo que sobresale de un mar de amaneceres, noches, tormentas, lluvias, nieves, vientos, retazos desgajados de lo más cotidiano, sonrisas, escarceos, planicies alteradas por impulsos del alma.
Y, en todo, es y está la palabra, ensenadas de frases, inmensos estuarios de adjetivos y verbos, de puntos y de comas, de puntos suspensivos, de interrogantes serios y pueriles comillas, rabiosos remolinos de extensas condiciones, larguísimos futuros, perfectos enredados, imperfectos perdidos, presentes no cubiertos.
La vida es la palabra, mi vida está en los versos, y no sólo en los míos.
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